Un 8 de marzo, pero de 1908, un hecho brutal, marcó para siempre la historia de las luchas por los derechos laborales y sindicales. 129 mujeres, obreras de la fábrica textil Cotton en Nueva York, se declararon en huelga con permanencia en su lugar de trabajo.
Lo hicieron luego de reclamar, durante años:
-una reducción a 10 horas de la jornada laboral (ya que a veces, superaban las 16);
-mejoras en las condiciones de trabajo (en lo edilicio y sanitario);
-un salario que igualara al de los hombres por igual tarea;
El propietario de la fábrica, ordenó como medida disuasoria, cerrar las puertas y, en un acto de ilegitima privación de la libertad, las mantuvo así, incluso luego de ocasionarse un incendio en el que las 129 trabajadoras murieron quemadas. El hecho conmocionó al mundo del trabajo y al incipiente Movimiento por los derechos civiles de las mujeres en Estados Unidos. Así, el 3 de mayo de ese
mismo año, una manifestación de mujeres en Chicago –otras de las ciudades de gran concentración industrial textil –que se desarrollaban en base a la mayor conveniencia de la mano de obra femenina mal paga y carentes de derechos ciudadanos- reclamó la conmemoración por primera vez del “Día Nacional de la Mujer”.
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